Una montura indigna para el
caudillo
En el Palacio de
Miraflores se conserva una pintura ecuestre del expresidente Joaquín Crespo,
realizada por el insigne artista Arturo Michelena. El cuadro se encuentra en un
salón de ese edificio que lleva el nombre de este caudillo, quien había
ordenado la construcción del palacio, actual sede de la Presidencia de
Venezuela. En la pintura, Crespo monta un ejemplar blanco de hermosa crin e
impresionante alzada, que recuerda a esos robustos caballos de paso españoles
de ascendencia árabe. Curiosamente, Crespo encontró la muerte sobre el lomo de
una montura en la famosa batalla de “La Mata Carmelera” en Cojedes, donde
acudió a dirigir las acciones contra el general José Manuel Hernández, mejor
conocido como “El Mocho Hernández”. Crespo recibió la bala de un francotirador
emboscado sobre un árbol, identificado por algunos como Pedro Pérez Delgado
“Maisanta”, supuesto tatarabuelo del presidente Hugo Chávez. Pero lo realmente
paradójico de esta historia es que el general Crespo murió montado en un burro
y no en un caballo, pues ese fatídico 16 de abril de 1898, el caudillo esperaba
guiar la acciones a una distancia prudente. En todo caso, Joaquín Crespo
encontró la muerte encima de una montura indigna de su jerarquía política y
militar en “La Mata Carmelera”.
El la novela El Santo del
Amor, el fantasma del general Crespo visita algunas noches los pasillos y salones
del Palacio de Miraflores y, cada vez que sus ojos tropiezan con su retrato
ecuestre, despotrica sobre su mala fortuna y el mal chiste que puede ser el
destino de los hombres.
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